martes, 18 de noviembre de 2008

QUERIDO BLOG

Lamparita a medio encender, una balada venosa de fondo, lapicero frutado, pijama, el corazón en la mano. Paso a paso, va evocando la escena que se adueñará está noche de esas páginas que fungen de confidente. Saca la lengua, lo piensa, sonríe. Y así, pasará los siguientes minutos en una catarsis emocional que terminará refugiándose bajo el tibio regazo de una almohada. Vaya, aquellos tiempos.

No ha pasado mucho desde que el diario era el psiquiatra más económico del pueblo. Se lo llenaba de anécdotas, lágrimas, felicidad y muchos secretos. Eso era. No por algo venía con un pequeño candado para colgar del cuello o esconder como la mejor gema patrimonial. Secretos. Pues sí, los más profundos y prohibidos, ninguna pupila era digna de leerlos. Dos mil ocho, todo cambió.

Hoy, podemos enterarnos de cualquier evento en la vida de los demás. Se ha vuelto irrelevante la calidad de sujeto público, uno mismo tiene la facilidad de elevarse o rebajarse -como quieran- al estado de pertenecer al qué dirán, a la comidilla. Clic aquí, clic allá. Listo. Y ya conocemos desde las vacunas que al vecino le faltan, hasta el número de romances que su hermana posee. Ahora, la tendencia de exponerlo es real, existe esa necesidad de sentirse una cuasi estrella y de hacerlo público.

Los blogs, abreviatura weblogs (cuadernos de bitácora), son diarios actualizados periódicamente, que ofrecen comentarios con poca o ninguna intervención de editores externos. Se suelen presentar como una serie de mensajes, anotaciones individuales con noticias o comentarios, por orden cronológico inverso. Muchas veces, los mensajes incluyen foto e hipervínculos a otras páginas que permiten a los comentaristas aprovechar el contenido de todo el ciberespacio. Pueden ser diarios personales (ya lo saben), análisis políticos, periodísticos, empresariales, tecnológicos, educativos, sobre nada o sobre mucho o todo junto. Un ‘cibershampoo’.

El acceso a la información se ha vuelto rápido y sencillo, pero, la difusión de la misma, se ha convertido en poderosa. Se puede derrumbar una marca y ensalzar un nombre en días, conseguir adeptos a una campaña, apoyar una causa, aprender. O por el contrario, como romper una tradición, vilipendiar un logro, exponer de la forma más burda y rastrera la imagen de cualquier individuo mortal. Se puede todo. Y los bloggers lo saben. Ellos son los administradores de buena, y a veces cuestionable, fe. Tienen la voluntad que comunicar a la sociedad en una suerte de periodismo ciudadano. La voz de los sin voz. Por dinero o hobbie, los blogs, hoy en día, son las herramientas con la mano de obra más sencilla de los procesos comunicativos digitales. En su mayoría, gratis.


Se han convertido -casi, casi- en un quinto poder que vigila a los medios convencionales. Con frecuencia, la velocidad de las reacciones de los bloggers obliga a los medios a corregir sus propios errores antes de que se propaguen. Utilizando a los weblogs, asimismo, como depósitos de información. Ofrecen contenidos de primera mano, sin filtro, ni colador. Las bitácoras proporcionan, incluso, análisis expertos y resúmenes de textos en otras lenguas (artículos de periódico o estudios oficiales) que, de otro modo, los periodistas y comentaristas no podrían leer o entender.

El gran mundo blog sirve también como barómetro. Juzgar si una noticia debe recibir más atención por parte de los medios de comunicación. Cuántas más bitácoras traten sobre un tema, más probabilidades hay de que la ‘blogosfera’ establezca la agenda de futuras informaciones y sintetice cuestiones complejas en los temas clave, así como dar pistas a los demás medios mediante las interacciones. Los bloggers pueden publicar reacciones ante acontecimientos políticos importantes sobre la marcha, antes que los medios y la velocidad les ayuda a corregir sus errores. Al toque. Cuando encuentran uno, pueden corregirlo o actualizarlo en segundos.

Para tener una idea de su fuerza, el día 21 de marzo de 2006 (dos días después de que EE.UU. iniciara su campaña impacto y pavor contra Irak) había el rumor, luego desmentido, de que el famoso primo de Sadam Husein, Alí Hasan al Majid, " Alí el Químico", había muerto en un bombardeo. Suena gracioso, pero casi el medio oriente “entero” optó por conectarse a la Red, en lugar de sintonizar las noticias en TV. Pues el gran titular era la repentina e inquietante desaparición de Salam Pax, también conocido como "El Blogguer de Bagdad".

Salam Pax era el seudónimo de un arquitecto de 29 años cuyo diario en Internet, lleno de observaciones sinceras e irónicas sobre la vida cotidiana en tiempo de guerra, le había convertido en una figura mundial. Famosito. Estuvo desaparecido durante tres días, no por culpa de los misiles de crucero estadounidenses, ni de los matones del partido Baaz, sino por dificultades técnicas. En los meses sucesivos, sus lectores se contaban por millones, a medida que sus relatos empezaron a citarse en The New York Times, la BBC y The Guardian. Si la primera guerra del Golfo dio a conocer al mundo el llamado efecto CNN, la segunda supone la puesta de largo de los blogs. Salam Pax fue el cronista más famoso durante el conflicto, más tarde, firmaría un contrato para convertir sus cuadernos virtuales en un libro y una película.

En el Perú, tuvimos el mismo efecto. Este año, la editorial Santillana lanzó, después de mucha insistencia, el libro de uno de los blogs más leídos del país. Busco Novia de Renato Cisneros, se ha convertido en el desfogue personal a la frustración constante sobre un individuo que vive a la intemperie de los desahucies emocionales y negaciones de la vida amorosa. Bastante adepto identificado. La antítesis paralela la tiene Alicia Bizzo, otra aceptada y recomendada escritora con su Busco Novio, quién lanza su libro en enero del siguiente año auspiciado por editorial Planeta.

Otro que alcanzó el éxito, monetariamente, es Arturo Goga. Periodista de 24 años que recibe un cheque mensual de 4,000 dólares por parte de Google Inc. Billetón, y empezó sin ánimos de lucro. Los tres lograron la popularidad dentro de un círculo o grupo, combinando la tecnología blog con sus propios conocimientos y especialidades. Al igual que ellos son muchas las personas que aportan a la construcción o destrucción del conocimiento. Ya sea por colaborar despreocupadamente o por fama, en su búsqueda interminable.

Ya lo decía Ignacio Escolar, periodista y bloguero (otra forma de llamarlos) quién dirige el diario
Público en España: “Un blog es una imprenta de bolsillo”. Es tan fácil de publicar o ‘postear’, subir contenido, que hasta es posible hacerlo desde un dispositivo móvil o celular. Por otro lado, este beneficio arrastra una negativa un tanto abrupta, ya que no existe un control permisivo por ser parte de Internet. El mal uso de temas denigrantes, carentes de productividad, es un hecho que se presenta innegablemente. Sin embargo, al mismo tiempo, la censura está presente en todos los contenidos blog. Los lectores están aptos a dejar comentarios a su parecer, incluso, reportarlos como abuso.

Cada bitácora virtual refleja la opinión de unos pocos a disposición de muchos. Quizá existen miles que hablen de lo mismo, pero es por repetición que su cultura blog es difundida y, justamente, por eso es que hoy son la forma de expresión de las masas. Crean tendencias, las acoplan a su medio, las regulan a su antojo, las modifican sin temor. Nadie puede sacar una tarjeta roja por la pantalla, ningún ‘e-referí’ puede amonestar las letras o fotos con que se juega el partido. Es el público quién amonesta o, en todo caso, aplaude y sigue los pasos de un líder incógnito. Escondido.

Aquél que solo escribe desde una laptop sobre su cama por las madrugadas, el otro que investiga para exponerle al mundo sus intereses o ese tipo que exorciza sus miedos y busca un doctor que cure sus rasgaduras internas. Todos ellos, resultan ser los pacientes, muchas veces, de los millones de comunes que terminan envolviéndose en el mismo catarro. Y cómo lo gozan.

Buenas noches, blogcito.