martes, 2 de septiembre de 2008

CIUDAD DE LOS REYES, CIUDAD DE LAS RUEDAS

Dejar tu suerte en las manos de quién está al volante o tener la suerte de tener un volante en donde poner las manos, supone siempre un círculo que desemboca en la misma historia. El tráfico en Lima no sólo es un problema de municipio, es un problema de iniciativa. -Y acción-.

REY DEL SENCILLO

‘La hora del lonchesito’ solo es buena si estás sentado, pero en casa. Esos treinta centímetros de ancho por veinte de largo, exagerando, no son precisamente el mejor lugar para disfrutar de un café y una tostada. Te distraes leyendo las inscripciones en liquid paper sobre el respaldar del asiento de adelante, alguna crazy people que perdió la cordura al verse envejecer en las pistas de la capital. El cobrador menciona todos los nombres de cuanto precursor, mártir, santo o General haya tenido que ver en la historia del país. Sin embargo, tu esquina jamás llega.

El transporte urbano es ahora el antihéroe embrollado de la libertad de desplazamiento. Se parece a esa gripe crónica que siempre vuelve por los meses de agosto, en pleno húmedo auge de la naturaleza. Empezó robando el tiempo y luego la paciencia, y es precisamente nuestro tiempo y nuestra paciencia las que se nos arrebata.

No existe mortal alguno que haya utilizado una custer o ‘micro’ –con tos de helicóptero- en la última semana y que desconozca la situación poco favorable de la jauría vehicular limeña. Nadie necesita un cartón enmarcado en la entrada de su casa que avale ser un conocedor integral de los sistemas de transporte y comunicaciones para darse cuenta de la tortuga que debemos afrontar. Semejante congestionamiento -gracias gripe- no se puede curar con un ‘DayPass’ y un ‘NayPass’, haciendo alusión a esas pepitas milagrosas que nos recomiendan en pro del alivio inmediato. Y no es cherry.

Vivimos la consecuencia tardía, incluso lógica e inevitable, de un descuido pasado. A comienzos de la década de los noventa, el desempleo aumentó olímpicamente debido al ímpetu de una joven gestión presidencial. La provincias empezaron a perder ciudadanía por la migración desesperada e ilusionada de muchos en busca de una mejor subsistencia -porque decir vida sería demasiado-. Encontraron una excelente oportunidad incluyéndose en el lucrativo negocio del transporte público. En consecuencia, el número de líneas dedicadas al servicio aumentó en la misma medida de aquella esperanza de desarrollo.

Casi dieciocho años después –¡Hello!- tenemos un 40% de sobreoferta en el rubro, lo que equivale a decir que gozamos de 40% menos espacio para transitar o torear los autos que nos embisten cual tradicional fiesta española. Incluso de 40% menos tiempo para pisar el freno y hasta 40% menos probabilidades de salvarnos de algún nefasto accidente.

Mientras intentas atravesar la jungla de gente ‘ensardinada’, colgándote de las lianas de acero y al mismo tiempo salvaguardando tu intimidad, recuerda que la educación vial existe. Probablemente no puedas adicionarle un nuevo by pass a cada cuadra de la ciudad, de todos modos solo reducen el tiempo de los semáforos y no el exceso de vehículos circulando, pero exigir un poco de sensatez al Meteoro del volante es lo mínimo que podemos hacer desde aquí. Ya llegaste a la puerta, tienes que bajar en medio de la pista y correr a buen recaudo. Pie derecho. Baja en la esquina.

REY DEL SEDÁN

El pitazo final de un clásico nunca será tan castrante como el de una Fénix. Volteas para ver si fue para ti, por suerte no, tus hijos pueden seguir revoloteando en el asiento de atrás y tú, podrido y hongueado, mirando el ojiverde semáforo, no puedes avanzar porque a alguien se le ocurrió estacionarse en pleno carril para desembarcar pasajeros. Ves cómo corren hacia la vereda, giras por la izquierda y te vas saludando a su progenitora con la sangre bullida. Libre y menos estresado, antes de cruzar, el alto amarillo vuelve a guiñar, esta vez, de rojo. Qué pena.

La casa propia es un sueño, a veces tan grande o igual que el auto personal. Tener uno es, sin duda, una ventaja bastante considerable. Tener dos o tres, aun más. Se llega a disponer de una comodidad que resulta bastante placentera y hasta pomposa, si se quiere. Sin embargo, sacarlo a pasear en las primeras horas del día y las últimas de la tarde, justo cuando más lo requerimos, puede desembocar en una peligrosa patología de autopista.

Aquí arranca, no tu motor, sino la lucha constante de mantener tu presión en normal equilibrio. Evitar que la yugular se vuelva más ancha que el cinturón de seguridad y que el hígado no termine como el air bag. Una vez más el tiempo no es un dios, sino un diablo, y cada auto encendido un maléfico ángel estacionado. Hacer uso del ingenio y disciplina para lograr una solución propia, como preferir caminar un poco algunos días, resultarían mejor que construir otro by pass, pero para nuestro corazón. Si todos pensaran igual -o mejor- algún día podríamos recordar el color del asfalto.

Desde hace más de un año, Lima dejó de ser aquella ciudad convulsionada por el tráfico para convertirse en la invadida por este. Las actividades municipales por darnos un mejor medio para transitar van al mismo paso que tratar de avanzar media cuadra entre Javier Prado y Arequipa. Precisamente una de las intersecciones que ofrece un poco de lívido adicional a tu recorrido.

Conocido cruce donde el número 69 siempre fue motivo de una sonrisa efímera -alegrona-, en este caso nos baja toda posibilidad de llegar al éxtasis absoluto. La cifre se repite y aunque suene incomprensible y hasta tonto, solo Lima y Callao concentraron el 69% de la totalidad del parque automotor en el Perú hasta hace dos años, hoy subió a 74%. Toda la parafernalia de ruedas y tuercas del territorio se concentra, en su mayoría, en la Ciudad de los Reyes. Y tú en tu fierrazo y yo en mi ‘Volocho’ somos parte de esa olla de canchita que no termina de crecer.

El semáforo ya está en verde y como eres el primero, das el inicio a la siguiente caravana. No chanques tu lata, la pintura se puede dañar y tus hijos terminar más dañados aún. Cuando tengan edad para conducir, quizá hereden la costumbre familiar que les inculcaste y se van a ver bien ridículos dándole de palmadas a la puerta que tú tanto conservaste. Tampoco contribuyas con la contaminación sonora abusando de la bocina, ojalá se quede afónica uno de estos días. Así como la de todos, incluso la mía.

Cruzas a la siguiente sala de espera, ese Amazonas lleno de hidrocarburo llamada avenida solo te permite ver a un tipo sentado, que, a diferencia tuya, no tiene un retrovisor propio, mas sí varios e-mails que anotar mientras va sentado en el Transformer de al lado. Aguantando la inmensidad de algún desconocido junto a su oreja, usurpando su espacio vital. ‘Apéguese’.

REY DEL DESQUICIO

El cuento es fácil de digerir, si eventualmente recordamos la mala leche que nos recorre a diario. Aunque, ponerle galletitas podría darle mejor sabor o, en todo caso, no sentirlo. Nuestras quejas funcionan como una cuasi denuncia interpersonal, pretendiendo involucrar a otros en esa tara de no hacer algo positivo por salir del pozo. Lo medular del caos vehicular no es solo un asunto de vías, el problema nos incluye más de lo que lloramos. Buscar la esencia que existe en la norma, sería obrar con certidumbre.

Tenemos un comportamiento acostumbrado a tercerizar las soluciones y,siendo honestos, mucha lágrima nos vuelve más defectuosos que los nuevos autos de la China. Casi imposible es no recordar aquella imagen del niño empotrado contra un parabrisas fungiendo de trapo -humano- puliendo y encerando en dos segundos, jugándosela al posible inconsciente de alguien que obtuvo su licencia para conducir en el Play Land Park. Una vez más, la educación vial se pone en neutro. Ni para atrás ni para adelante.

Actualmente, la Municipalidad de Lima está invirtiendo en la construcción de nuevas rutas de desahogo. El oxígeno fluirá más por las arterias. Por mencionar algunas, sin ningún orden prioritario, está el Metropolitano de Estación Central, mejoras en la avenida Venezuela, otra en Benavides y Universitaria, así como el Proyecto de Intercambio Vial: Panamericana Norte, avenida Eduardo de Habich y el puente Santa Anita. Es cierto, estamos rodeados de puro personaje, somos un directorio telefónico ‘patriosanto’. Un celular se vería bastante emblemático con semejante agenda.

Entonces, cada uno hace lo suyo de la mejor forma, entiéndase “mejor” como lo más razonable. ¿Te gusta la fruta? Perfecto, pero de refilón podrías abrir los ojos de ese comerciante y hacerle ver que se está robando la mitad de la calle. Quien sabe, quizá te obsequie un melón con sabor a gratitud. La actitud del sueco eterno de aquí a un tiempo nos haría leer otro guión como este y, a lo mejor, estaría lleno de nuevas leyes porque superamos al total Armageddon.

Ahora veo por la ventana los paneles luminosos de la berma central que muestran la hora. Confirmo mirando mi reloj. Una orquesta de bocinas con histeria interpreta el sound track de la impaciencia y yo me vuelvo de loco para arriba. Una pachanga disipa mi filo en lo posible: “Que levante la mano, quien no lloró un adiós”. Para nuestro caso: “Que levante la mano quien no llegó en microbús”. Un elocuente Dj de radio pretende emitir buena vibra, desconoce mi aura con color a desquicio. Se hace tarde. Te entiendo. Esta chatarra no tiene alas. Y mucho menos vuela.

-Corten. Se imprime-.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

JAJAJA!! QUE BUEEENA!

Anónimo dijo...

NECESITAMOS MAS BYPASSES PERO PARA NUESTRO CORAZON JAJAJA. ES LA MEJOR NOTA QUE HE LEIDO SOBRE EL PUTO TRAFICO DE LIMA. SOMOS ESCLAVOSS!!!

Anónimo dijo...

Lima la convulsa de hecho. Roy dime si hay alguna manera d q m lleguen tus cronicas cada vez q publicas una nueva?? Si puedes responder en algun lugar del blog en estos dias t agradeceria. Estan un vacilon.